jueves, noviembre 22, 2007

Cuerpo


El cuerpo es un campo de fuerzas, de relaciones de fuerzas, de conflictos, y por lo mismo, la mejor arma de lucha. Se incorporan en el lo mas despreciable y los más bello del mundo, y es a partir de él que se crea mundo (de amantes y/o despreciadores). Desde el gran amor hasta el gran desprecio funcionan en el cuerpo, se retuercen, se aman y se odian. El cuerpo es un gran sistema de razón, una multiplicidad, con múltiples direcciones, con múltiples paz y guerra, rebaños y pastores.


Sin embargo, hay que hacer saltar, estallar, todo lo que hay en él que lo aplastes, que lo subyugue y lo someta hasta el punto que de él mismo surja el gran desprecio hacia si mismo. El alma, el espíritu, el yo soberano lo negaron, y lo siguen negando, hasta el colmo de querer su muerte y apartarse de la vida. Al cuerpo se lo organizo, se lo capturo bajo el fascismo del significante, se le dio un punto de subjetivación que interviene en el reconocimiento de una realidad dominante. Las posibilidades del cuerpo se subyugaron y sometieron para que de el brotara el deseo de su represión.


Como lucha, es posible trazar un mapa del mismo para desatar sus posibilidades, sus capacidades de afectar y ser afectado. Pero el mapa, como método, nunca va a ser único y sus logros siempre serán limitados (como el caso del tarot, las runas, el I Ching, etc. todos mapas, que sirven para llevar a cabo una política del deseo, pero, digamos, incompleta). El mapa debe estar en simbiosis con una experimentación para que la lucha desate su proceso completamente. Hábitos, prácticas, rituales deben intervenir para que una política del deseo, del cuerpo sean lucha. El tantrismo, el tao chino como política del cuerpo, donde el deseo no carece de nada, y no se relaciona con ningún criterio exterior o trascendente. El amigarse con los mocos, con las excreciones y sus flujos, que la cultura ha privatizado, las ha capturado y excluirlo del campo social. Resexualizar el ano, pero no para introducirlo en una organización conyugal, sino para que participe en el exquisito campo de las intensidades.


Ser depravadas para hacer saltar el organismo, la organización del cuerpo. Ser experimentadores, para abolir el fascismo del significante. Ser vagabundas, nómadas, para reventar cualquier punto fijo de subjetivación. Ser prudentes, para no morir en el intento. Devenga el cuerpo una política para la lucha, para la lucha contra la política que lo subyuga, lo controla, lo domina, que lo organiza, lo captura y desea su muerte. Contra la biopolítica del poder, el poder de la biopolítica de la lucha


Nadie hasta ahora ha determinado qué es lo que pueda el cuerpo, dijo Spinoza en el tercer tratado de su Ética. Y posiblemente hasta ahora nadie podrá determinar completamente sus posibilidades. Por lo menos, asegurémonos que así sea, que sus posibilidades sigan indeterminadas, para que el caos que hay en él siga poniendo estrellas en el mundo.